REVISTA MUFACE. Nº 253. INVIERNO 2022-2023
Se encuentra en: Entrevista Cultura: Pilar Fatás
Cultura
Pilar Fatás, directora del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira

“Hace falta un nuevo relato que incluya a la mujer y su actividad en la prehistoria”

Pilar Fatás, directora del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira

Pilar Fatás © Javier Rosendo

¿Qué va a ofrecer a los investigadores este proyecto?

Dado que su acceso está muy restringido por razones de conservación, no solo para el público sino también para los investigadores, tener un modelo digital de alta resolución permitirá avanzar en la documentación de las pinturas más fácilmente y sin consumir tiempos innecesarios en el interior de la cueva. Actualmente los modelos digitales facilitan el registro y documentación de las representaciones de arte rupestre, incluso permiten leer mejor aquellas que no son tan obvias como pueden ser pinturas que han ido perdiendo nitidez o los grabados, en especial aquellos muy finos, que siempre son complejos de identificar en una simple prospección visual.

¿Cómo están de salud actualmente las pinturas?

El arte de Altamira es muy frágil; es una cuestión de química y física; tenemos que tener en cuenta que las pinturas fueron realizadas solo con pigmentos naturales, mezclados con agua. En el caso del techo de polícromos, su fragilidad deriva de su composición, de su ubicación, y por supuesto de su antigüedad. Su deterioro leve, pero progresivo, es inevitable por ser mayoritariamente de origen natural. Lo que sí podemos evitar o frenar es el deterioro producido cualquier acción de origen antrópico. Estas pinturas se conservaron a lo largo de milenios gracias a que estaban en un microclima estable, que se rompió cuando fue descubierta a finales del siglo XIX. A lo largo del siglo XX sufrió modificaciones en su interior que cambiaron la dinámica natural de la cueva, aparte de las perjudiciales visitas masivas que tuvo hasta finales de los años 70 del siglo pasado. Ahora, nuestra principal acción para preservarla es mantener esas condiciones lo más estables posible. El programa de conservación preventiva que hemos implantado intenta, si no eliminar, sí frenar la velocidad del deterioro que esos riesgos suponen.

¿Hay previsión de que vuelvan las visitas reguladas a la Cueva?

Actualmente la cueva es visitada, de manera muy limitada y controlada, pero sí está abierta al público. Desde 2014, cinco personas acceden a la cueva, una vez a la semana, y la visita se realiza en condiciones especiales. Se ha de entrar con un traje y calzado especial, mascarilla y con luz puntual tipo led que no emite calor. Solo se permanece 37 minutos en el interior de la cueva y de ese tiempo, 8 minutos bajo el techo de polícromos, cronometrado. Este es el tiempo que se puede permanecer en el interior de este espacio sin alterar las condiciones medioambientales y sobre todo reduciendo el tiempo de recuperación de esa leve variación muy rápidamente.

¿Qué proyectos tiene el Museo para atraer al público en 2023?

Intentamos ofrecer una amplia propuesta cultural que no sólo atraiga a turistas sino también a la ciudadanía de Cantabria. Para ello trabajamos en una programación estable de actividades que intensificamos en época estival o puentes festivos. Las exposiciones temporales nos permiten dar a conocer otros lugares patrimoniales o lecturas novedosas sobre nuestro propio patrimonio.

El pasado verano impartió un curso en la UIMP como experta en arqueología de género. ¿En qué consiste esta disciplina?

La arqueología de género proporciona una nueva forma de mirar nuestro pasado que enriquece el conocimiento que tenemos de él, subsanando la tradicional invisibilización de la mujer. Se trata de superar la visión que hemos heredado, de sesgo androcéntrico y heteropatriarcal, para crear un nuevo relato que incluya a la mujer y su actividad en la prehistoria y la historia. Este relato se apoya en datos empíricos, desmontando los estereotipos de actividades que tradicionalmente se ha dicho que realizaban los hombres, aunque no haya datos para afirmarlo, y poniendo en valor actividades que se han considerado secundarias como aquellas domésticas, tecnológicas o de producción realizadas por las mujeres. Gracias a esta nueva visión la prehistoria se está reescribiendo y ya son habituales las imágenes de mujeres, no solo en la investigación sino en la divulgación y educación, por ejemplo en los museos.

En lo referido a Altamira, parece claro que fue una mujer, María, la hija de Marcelino Sanz de Sautuola, la que vio por primera vez los bisontes.

Así nos ha llegado la historia, que fue María la que primero vio los bisontes, porque mientras su padre estaba en la zona de la entrada revisando la existencia de materiales arqueológicos, ella se adentró en la caverna viendo por primera vez las pinturas. Así que sí, fueron los ojos de una mujer, de una niña, quienes primero pudieron contemplar en época histórica los ahora famosos bisontes de Altamira.

¿La digitalización en alta resolución de las pinturas permitirá saber si también pudo ser la mano de una mujer la que pintara la cueva?

Esto es algo complicado. A pesar de la alta resolución de las imágenes, no hay datos empíricos que nos permitan discernir el sexo de quienes realizaron las pinturas y grabados. Pero ni en un sentido ni en otro; no podremos afirmar ni que los hizo una mujer ni un hombre. Desde el museo de Altamira contemplamos ambas opciones. Lo que sí permitirá estudiar mejor es una de las tipologías de representación artística más interesante que nos ha legado el arte prehistórico: las manos. Ya se está avanzando con técnicas como el análisis morfométrico, es decir las medidas y características de las manos. Y a través de estudios comparativos podríamos saber la edad, el sexo e incluso patologías de aquellas personas que utilizaron su mano para plasmarla en las paredes y techos de Altamira. La digitalización en alta resolución facilitará la lectura de estos datos de las nueve manos que se conservan en Altamira.

¿Qué iniciativas se están llevando a cabo para interpretar la arqueología de una manera más inclusiva, con perspectiva de género?

Gran parte de roles que se han establecido para el paleolítico son construcciones de nuestra sociedad moderna. En la actualidad, muchos descubrimientos están sacando a la luz nuevos restos que están permitiendo, por ejemplo, desterrar la idea de que sólo los hombres cazaban. Y, por el contrario, se están estudiando aquellas actividades de la vida cotidiana durante el Paleolítico que están relacionadas con la reproducción, los cuidados en general (a niños, ancianos, enfermos), las actividades de socialización y aprendizaje de los niños, de procesado y preparado de alimentos, de mantenimiento de espacios, del fuego. Todas estas actividades son estructurales y por tanto imprescindibles para garantizar el mantenimiento del grupo. E implican conocimiento, experiencia y tecnología como requisito necesario para su realización. Se trata de poner en valor la conexión del grupo, la cohesión social, la relación entre personas, más allá de la individualidad, sobre todo cuando hablamos de sociedades colectivas cuyo modo de vida, de supervivencia, de organización social, solo se puede entender desde la colectividad y no desde la individualidad. Reconocer su valor implica valorar a quienes las han realizado a lo largo de la historia y por tanto hemos de suponer que en la prehistoria, las mujeres. Otras líneas de investigación apuntan a rescatar, o reforzar, la visibilidad de la mujer en la ciencia, y su papel como investigadora. Por nuestra parte, desde la inauguración de la nueva sede del Museo de Altamira en 2001, la institución se encuentra inmersa en un esfuerzo constante en el cumplimiento del objetivo de igualdad de género, entendiendo este cometido como transversal, a implementar en todas las iniciativas del Museo, ya sea en las áreas de colecciones, exposiciones, en los programas educativos, las actividades o, incluso, el funcionamiento interno de la institución.

¿Y hay algún ejemplo en concreto?

La exposición permanente del Museo está actualmente en proceso de una renovación parcial, en la que los cambios se están realizando atendiendo a la perspectiva de género (modificación del lenguaje, paridad en la representación por sexos…). Las últimas obras que se han adquirido para la colección permanente han sido de mujeres artistas contemporáneas que en su día formaron parte de exposiciones temporales celebradas en el Museo. Finalmente, el Museo programa actividades de formatos muy diversos (itinerarios, visitas teatralizadas, espectáculos de danza, talleres…) que reflexionan y visibilizan el papel de la mujer en la prehistoria.

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