REVISTA MUFACE. Nº 253. INVIERNO 2022-2023
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Área de mayores

La nueva vejez, necesidades no resueltas

Miguel Núñez Bello
La nueva vejez, necesidades no resueltas

El aumento de situaciones de dependencia y discapacidad en la población de más de 90 años, serán más evidentes en España por el envejecimiento de la población (Consejo Económico y Social (CES)

En la certeza de vivir cada vez más años hay una longevidad exitosa y un envejecimiento con pérdidas. Ya no hay una sola vejez, aunque los desafíos serán los mismos. Las personas mayores afrontarán esta década –declarada del envejecimiento saludable 2021-2030– con la acuciante necesidad de dar respuesta al reto impuesto de la soledad, el edadismo y los cuidados de larga duración, entre otros.

“El envejecimiento es un desafío de la misma magnitud que el cambio climático”. El aviso es de uno de los gerontólogos más influyentes. En España, en el año 2050, las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población. La esperanza de vida se sitúa por encima de los 80 años. En este contexto, a nivel nacional un 53,3% de la población aseguraba el año pasado tener un estado de salud autopercibido como bueno. ¿Pero estamos preparados para vivir más y mejor?

El aumento en el gasto de las pensiones, la provisión de servicios sociosanitarios especializados y la gestión del talento sénior son los principales retos económicos derivados del envejecimiento poblacional. Pero también hay otros más acuciantes a los que se enfrenta la sociedad: la nueva vejez. El éxito de la longevidad es evidente y cuantificable hasta en los estilos y proyectos de vida. Geriatras, psicólogos, sociólogos, entre otros especialistas, coinciden en la acuciante necesidad de dar respuesta también a los desafíos que suponen la soledad, el edadismo y los cuidados de larga duración.

La pandemia por la COVID-19 ha podido cambiar la manera de entender la vejez. O tal vez no. Para José Manuel Ribera Casado, catedrático emérito de Geriatría y Académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina (RANME), la pandemia “ha puesto de manifiesto el altísimo nivel de “edadismo” social existente. Han aflorado prejuicios, estereotipos y sobre todo discriminación por edad. Los niveles de ensañamiento de la sociedad con sus representantes de más edad han rebasado en mucho los límites de lo previsible.”

La nueva vejez, necesidades no resueltas

La COVID-19 ha magnificado la evidencia de un sistema de cuidados frágil y que las respuestas ofrecidas distan mucho de haber estado a la altura de las circunstancias

(José Manuel Ribera Casado, catedrático emérito de Geriatría y Académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina de españa, Ranme)

El último informe del Sistema de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia elaborado por el Consejo Económico y Social (CES) alertaba de que España es uno de los países que más se verá afectado por el envejecimiento de su población en los próximos años. El incremento de su generación de babyboomers y el aumento de situaciones de dependencia y discapacidad en la población de más de 90 años, serán más evidentes. “El objetivo final sobre el que hay que trabajar y que debe servir de referencia, estriba en que la persona siga integrada y activa a cualquier edad dentro del colectivo al que pertenece, de manera que participación y calidad de vida no se vean dificultados por el hecho de ir cumpliendo años”. La reflexión de Ribera Casado hace referencia al futuro de los cuidados de larga duración y a garantizar unos servicios de calidad, “que habrá que interpretarlos no tanto como un favor más o menos benevolente, sino más bien como un derecho equivalente a los del ciudadano de menor edad. La COVID-19 ha magnificado la evidencia de un sistema de cuidados frágil y que las respuestas ofrecidas distan mucho de haber estado a la altura de las circunstancias”.

Soledad

Este último año ha sido especialmente difícil para las personas mayores. En una sociedad cada vez más fragmentada entre generaciones, los índices de vulnerabilidad individual y social se han disparado. El último informe del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada alerta sobre la invisibilidad y el mal trato como factores que provocan la soledad de las personas y no al revés. A esta afirmación se añaden datos sobre lo que muchos expertos denominan “la otra pandemia del siglo XXI”. Como que el 92,9% de las personas aseguran que “estamos ante un problema social importante”, o el de que 7 de cada 10 personas conocen o creen conocer a personas que pueden sufrir soledad no deseada.

Sabemos que nadie envejece igual y que existen factores condicionantes que nos llevan a la soledad en esta etapa de nuestras vidas. Para Matilde Fernández, presidenta de este Observatorio, factores muy importantes son “las pérdidas de todo tipo que se experimentan a todas las edades, condiciones sociales y territorios y la no sustitución por otras redes posibles que socialicen”.

Si es cierto que el 70% de los mayores de 65 años que viven acompañados de hijos o nietos se sienten solos, cabe preguntarse por dónde empezar. Fernández lo tiene claro: “Desde las asociaciones de extrabajadores de las empresas, al menos las más grandes, comprometiéndose con su entorno, a la mejora de los Programas de Vacaciones y Termalismo, hasta un programa de Cultura, de Teatro, de Música, de Danza… que espero hagamos nacer para socializarnos y comunicarnos. Con la Educación a lo largo de la vida y con la Cultura estamos ante los mejores medicamentos de los que pueda disponer la ciudadanía”.

La soledad no está bien vista, “pero varias veces en la vida nos vamos a sentir solos, así que debemos aprender a vivir esos momentos y a ser capaces de pedir ayuda y compañía cuando tengamos esa necesidad”. Sacramento Pinazo, presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatria y Gerontología y doctora en Psicología no hace distinciones porque “la soledad no tiene edad y no es un problema individual. No es lo mismo soledad que vivir solo…”

Edadismo

Uno de los retos que plantea la vejez durante los próximos diez años es conseguir erradicar el edadismo referido a cómo se piensa (estereotipos) siente (prejuicios) y actúa (discriminación) hacia otras personas o nosotros mismos por razones de edad. Esa diferencia de trato injustificado determinada por la edad (habitualmente a partir de los 65 años) sirvió para reflejar en la última campaña mundial contra el Edadismo que 1 de cada 2 personas en todo el mundo son edadistas contra los mayores.

El edadismo está presente en muchos sectores de la sociedad, en el lugar de trabajo, instituciones, medios de comunicación o el ordenamiento jurídico. Pero, ¿cuántas formas de edadismo existen? Sacramento Pinazo reconoce que “hay un edadismo manifiesto y uno sutil” para explicar que “hay una diversidad de obstáculos a los que se enfrentan las personas mayores, desde el acceso a la formación para el empleo a despidos colectivos pasando por la jubilación forzosa”.

La nueva vejez, necesidades no resueltas

Con la Educación a lo largo de la vida y con la Cultura estamos ante los mejores medicamentos de los que pueda disponer la ciudadanía

(Matilde Fernández, presidenta del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada)

La influencia que tiene el edadismo en la salud afecta sobre todo al aspecto psicológico, conductual y fisiológico. Por eso más de 6,3 millones de casos de depresión en todo el mundo son derivados de actitudes edadistas.

Otro de los retos que se pretende conseguir durante esta década del envejecimiento saludable (2021 -2030) es reconocer y hacer visible la aportación de las personas mayores a esta sociedad.

Del hospital al cine

A pesar de que la legislación española (desde la Carta Magna hasta las normas que rigen los contextos sanitarios y sociales) prohíbe claramente cualquier forma de discriminación por edad, los profesionales españoles más directamente implicados en el cuidado de las personas mayores perciben esta discriminación, tanto directa como indirecta. En el ámbito sanitario, por ejemplo, “se discrimina en intervenciones quirúrgicas, en el acceso a tratamientos de alto coste, se emplean términos inadecuados (“Abuelos” como génerico de persona mayor), se sube la voz para habar con ellos, como si todos estuviesen sordos, los trámites administrativos y bancarios se hacen on line sí o sí…”

En una investigación de la Universidad de Valencia, en la que participó Pinazo, sobre la representación y protagonismo de las personas mayores en el cine, se observó que “eran muy pocas las películas en las que aparecía una mujer mayor como actriz principal (solo 63 películas entre 1960-2015) y la mayoría de las veces aparecía en un rol negativo: locas, suegras insoportables, demenciadas…y solo en pocas ocasiones en un rol activo y positivo”.

Cambiar el discurso existente sobre la edad es acuciante. Tan urgente que Pinazo no duda en el que “el único modo de cambiar los estereotipos es mostrando la vejez como parte del ciclo de vida y uniendo a las generaciones para que cada una conozca el potencial de la otra”. Coinciden los expertos en apostar por proyectos de intervención intergeneracional bien planteados y a largo plazo. “A menudo hay estereotipos asociados a la edad (por ser mayor para…) pero también los hay asociados a la edad (por se demasiado joven para…)” reflexiona apoyándose en una reivindicación: ¡La juventud está sobrevalorada! Cuando observamos las curvas de felicidad a lo largo de la vida, es la infancia y la vejez donde la curva alcanza sus máximos niveles.

ATENCIÓN INTEGRAL DE MUFACE: ¿Y SI NO MANEJO INTERNET?

El colectivo de MUFACE es muy diverso en cuanto a la edad, condiciones y circunstancias de las personas que lo componen, así que su principio de actuación es tener accesibles todos los servicios para todas las personas sin excepción. Por ese motivo, salvo en el caso de las prestaciones dentarias y oculares para personal en activo, cuya solicitud electrónica es obligada, se mantienen todos los canales abiertos, que es la garantía de que se preserva la igualdad en el acceso. 

Cada solicitud puede realizarse a través de un servicio electrónico en la inmensa mayoría de los casos, y cada año se añaden gestiones a este canal. Sin embargo, se dejan siempre abiertos el resto de los accesos en papel, como son otros registros del art. 16 de la Ley 39/2015 de 1 de octubre, correo postal o cita en la oficina de que se trate.

Para mejorar la organización y evitar las esperas, MUFACE exige cita previa, si bien cuando se trata de urgencias sanitarias se puede acudir sin necesidad de solicitarla. Existen además pautas de flexibilidad en atención a la edad o condiciones de cada mutualista, que cada Servicio Provincial conoce y aplica diariamente.

También se podrá recurrir a sistemas de representación legalmente previstos si es el caso, con documentos en los que se acredite la misma. Con estas pautas de atención integral, el hecho de no manejar Internet no impide acceder a los servicios de La Mutualidad.

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