J. BARBERÁ
Si los cálculos que ha hecho la Universidad de Washington no fallan, España será líder en esperanza de vida en el año 2040. Y si no lo somos, no andaremos muy lejos, porque ya ocupamos el segundo lugar detrás de Japón con una longevidad media de 83,4 años frente a los 83,7 del país nipón y muy cerca de Suiza y Singapur, que completan este grupo de cuatro privilegiados.
Los datos de supervivencia de España no paran de crecer año tras año, no solo de esperanza de vida al nacer, sino de longevidad en mayores de 65 años. Así las cosas, los pronósticos para 2040 sitúan esta edad en los 85,8 años.
La pregunta que se ha hecho el doctor Christopher Murray, director del IHME y líder del estudio en la Universidad de Washington, es el porqué de este hecho.
Una de las razones que ha aparecido en el estudio es la influencia del nivel socioeconómico. Es decir, a mayor nivel, mejor salud. Eso explicaría por qué Togo tiene una esperanza de vida de tan solo 65 años y Japón, Suiza o Singapur de 83 años. De acuerdo, pero ¿qué pasa con España?
Pues pasa que lo que distingue a nuestro país del resto de países ricos es la dieta. Murray refrenda que este factor es la clave por la que España aventaja al resto de países. Solo nos “tira de las orejas” por el consumo de tabaco, en el que señala que “es un aspecto en el que podríamos mejorar”.
De acuerdo con las predicciones de su grupo, los mayores riesgos para la salud mundial en un futuro próximo son el consumo de tabaco y alcohol, la diabetes, la hipertensión arterial y la obesidad. Y salvo en lo que se refiere al tabaco y el alcohol, la nutrición está en la génesis de todas esas patologías.
Así que parece que no hay duda en que nutrirse bien no solo nos debe preocupar antes y después del verano (con objeto de perder peso o mantener el peso a raya), sino durante todo el año. Alimentarse bien y hacer ejercicio físico de forma moderada y regular, adaptado a la edad y estado físico de cada uno, forman parte casi inseparable del “secreto” del buen vivir.
Por eso, aunque sea buena idea “ponerse las pilas” en cuanto a la alimentación antes del verano para intentar lucir “tipín” y/o a la vuelta de vacaciones para bajar los kilos cogidos durante la época estival, lo importante es mantener una alimentación variada y ordenada durante todo el año. De hecho, una mala dieta incrementa el riesgo de sufrir obesidad, cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y otros muchos problemas de salud que, además, incrementan la mortalidad.
La paradoja americana
La muestra más flagrante de que la dieta pesa más que la economía en la supervivencia es el ejemplo de Estados Unidos, que, en datos de la OMS y también de la OCDE, tiene una esperanza de vida extremadamente baja (78,7 años) con respecto a los países más desarrollados, todos por encima de los 83 años. Los expertos asocian este hecho a su forma de comer, con un excesivo consumo de grasas saturadas, “trans” y azúcares refinados, lo que mantiene a la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares en lo más alto de las estadísticas de incidencia.
Por ello, y a pesar de ser un país rico, se encuentra en la posición 43 de esperanza de vida en el mundo y se pronostica que descienda a la posición 64 en los próximos años. Otros casos claros serían los de Bulgaria y Rumanía, países donde la esperanza de vida media de los hombres apenas supera los 71,7 años. Y esto, según diversos estudios sobre fabricación y consumo de alimentos, puede deberse a que estos países son productores y consumidores de cifras altísimas de grasas “trans”, lo que redunda en un gran número de fallecimientos por infarto e ictus.
Guerra a las grasas “trans”
Uno de los riesgos sobre los que alertan los médicos especialistas en endocrinología y nutrición es la “americanización” de nuestra dieta, con exceso de comida precocinada y fast food. Precisamente, los datos del Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE) ha mostrado que alrededor de un 23% de los adolescentes y jóvenes (13 a 25 años) tiene sobrepeso y obesidad.
Como opinó en nuestra revista Leandro Plaza Celemín, presidente de la Fundación Española del Corazón, “necesitamos actuar ya sobre la dieta de este grupo de población disminuyendo, sobre todo, el consumo de grasas ‘trans’, que han mostrado una relación directa entre su ingesta y la aparición de obesidad y enfermedad cardiovascular”.
Tal vez por eso, y a la espera de que la Unión Europea tome una decisión al respecto, algunos países han decidido enfrentarse al problema en serio y actuar por su cuenta, como ocurre con Dinamarca y EE.UU., donde directamente las han prohibido.
Y un consejo final: uno puede comer cinco o tres veces al día, si lo hace bien, no importa; pero no puede comer 20 veces al día. ¿Ejercicio físico? Mínimo 150 minutos semanales, porque reduce el colesterol malo (LDL) y aumenta el bueno (HDL). Usted decide.