


La nutrición es uno de los elementos ‘modificables’ que más influye en la esperanza de vida
Begoña Molina, servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de la Princesa de Madrid y miembro del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)
¿Es tan importante la dieta? Así lo atestiguan los resultados de los distintos estudios epidemiológicos y poblacionales que se han realizado. Es más, la nutrición es uno de los elementos “modificables” de nuestro estilo de vida que más influye en la esperanza de vida. Por eso, es razonable pensar que si ahora Japón está en el primer lugar es debido, generalizando mucho, al alto consumo de pescado en su dieta. En España, la ventaja viene de nuestra dieta mediterránea basada en el consumo frutas, verduras, legumbres, cereales, pescado y, sobre todo, aceite de oliva.
¿Tiene que ver en la esperanza de vida que nuestra dieta sea cardiosaludable?
Sí. Y esos beneficios preventivos puede que estén en la génesis de un descenso de la mortalidad, dado que, como se sabe, este tipo de enfermedades son la primera causa de muerte.
Nuestra forma de comer se está “americanizando”, ¿por qué tomamos cada vez más alimentos precocinados, los llamados fast food?
Eso ocurre por varias razones. Una de ellas es la falta de tiempo para desarrollar la “ceremonia de la alimentación” (compra del producto, cocinarlo, comerlo y compartir la experiencia). No tenemos cuatro horas diarias para dedicarlas solo a eso. También influye la peor situación económica de las familias.
¿Qué razones son decisivas en esta pasión por el fast food?
Es un perfil alimentario asociado al ocio. También por el efecto adictivo de colorantes y conservantes, como el glutamato, que lo hace terriblemente agradable al paladar. Asimismo, influye decisivamente su bajo precio.
¿Han detectado en sus consultas interés de la población por la nutrición?
Muchísimo. Cada día los pacientes nos preguntan qué deben comer y cómo. Creo que deberíamos aprovechar esta predisposición para “educar” a la población.
¿Este interés se ha visto incrementado por el asalto a las parrillas televisivas de programas de gastronomía tipo Master Chef?
Seguro. Sean un espectáculo o no, que ahí no entro, han puesto de moda la cocina; la buena cocina, y eso, ya hemos dicho, es una carencia entre la población. Por tanto, incentivar el interés por cocinar es bueno para la salud.
En estos programas intervienen incluso niños. ¿Le parece que debería aprovecharse el tirón de la cocina entre los más pequeños para incluir una asignatura de nutrición en los colegios?
Sería maravilloso que hubiera una asignatura de nutrición o como se la quiera llamar. Entre otras cosas, porque es la mejor forma de combatir el sobrepeso y la obesidad infanto-juvenil que está aumentando en España. Sin embargo, es fundamental que las enseñanzas que se impartan en el colegio luego se pongan en práctica en casa, por la familia.
¿Se puede hacer una “dieta robot”, como un retrato de lo que debemos comer para nutrirnos bien?
La base es la de la famosa pirámide alimentaria, pero con algunos cambios cualitativos. Todos los días hay que consumir hidratos de carbono complejos integrales (cereales, pasta…) por su aportación en fibra y semillas. En esta base de la pirámide también están el AOVE y los productos verde y color (verduras, frutas y hortalizas). En el siguiente escalón están las proteínas como pescado azul y blanco, legumbres y carne magra (pollo, pavo y conejo), que hay que consumir entre una y tres veces al día, más los lácteos, dos o tres veces al día. Finalmente, y como consumo ocasional (dos o tres veces a la semana), las carnes rojas, grasas (excepto aceite de oliva) y bollería.
Por último, nos gustaría conocer su opinión sobre quién debe recomendar y cómo deben ser las dietas de adelgazamiento que parte de la población adopta antes y después del verano.
Cualquier dieta debe ser diseñada por un especialista médico en endocrinología y nutrición, ya que antes es preciso hacer una valoración clínica del paciente, ver si hay patologías asociadas, aconsejar los cambios necesarios en el estilo de vida y, finalmente, adoptar las medidas higiénico-dietéticas individualizadas. Bajar cinco kilos a la semana no es sano, como tampoco los son las dietas que imponen la ingesta de solo algunos grupos de alimentos.
La nutrición es uno de los elementos ‘modificables’ que más influye en la esperanza de vida