

Natural de Alcañiz (Teruel, 1976) es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Compagina la pintura con la docencia, trabajando como director del Centro de Profesorado de Calatayud (Zaragoza). Su carrera artística está jalonada por numerosos premios y exposiciones, tanto individuales como colectivas.
En 2013, su obra ‘Moncayo en luz’, obtuvo el 3.º premio del concurso de pintura BBVA-MUFACE. Lo que quizá no sepa es que ese cuadro engalana el despacho de la directora general de la Mutualidad…
La verdad es que no lo sabía, pensaba que formaba parte de la colección del BBVA y estaría decorando alguna oficina bancaria.
El pasado 7 de noviembre falleció la pintora sevillana Carmen Laffón, figura clave del realismo español. Usted fue alumno del taller que impartió en la Cátedra Francisco de Goya, en 2007. ¿Qué aprendió de ella?
Aprendí a contener la pincelada y ser menos impulsivo, a pensar en la luz como componente que puede definir algún detalle concreto del cuadro, a utilizar el “tizoncico” (carboncillo), que ella decía, sobre el óleo como recurso técnico final en la obra... aprendí, en definitiva, a pensar.
¿Su estilo, preferentemente, también es el realismo de la naturaleza, como el de Laffón?
Siempre me he considerado paisajista, quizás porque me da más libertad. Pero... dejémoslo en figurativo, no en realista. Mi naturaleza está muy interpretada, aunque el resultado final pueda parecer real. El proceso pictórico que llevo a cabo es tanto sumativo, aportando pintura, como sustractivo, quitando materia o velándola en negro. Pretendo recrear el paisaje con lo justo, incidiendo y definiendo varios puntos concretos en el cuadro para dotarlo de profundidad.
¿Qué paisajes le inspiran más?
Soy “ciudadano” de interior, los de playa no me llaman la atención; y, aunque haya nacido en Alcañiz y viva en Calatayud, la retina la tengo marcada por la luz de Castilla, por los páramos y chopos del Valle del Corneja, en Ávila. Esos son los paisajes que me inspiran, aquellos en los que hay agua, reflejos y vegetación.
¿Cuánto tiempo le llevó pintar un cuadro como Río Duero en Soria? ¿Cómo es el proceso de producción de sus paisajes?
Es un cuadro pequeño -110 centímetros de lado-; me costó relativamente poco tiempo resolverlo, desde las 7 de la tarde a las 3 de la mañana. Hay obras que fluyen desde el comienzo y esta fue una de ellas. Siempre es agradable coger los bártulos de trabajo y salir al campo a pintar del natural. Yo era asiduo a los concursos de pintura al aire libre, aunque la técnica me ha llevado a encerrarme en el estudio. El proceso es muy laborioso. Partiendo de una o varias fotografías creo digitalmente una imagen que se adapte a lo que busco. Luego preparo el soporte, lienzo o madera, con cera fundida, pigmento y algún aditivo más que le dé dureza y retarde el tiempo de secado. Esa primera capa de encáustica, podría funcionar como una obra final, más abstracta que figurativa, llena de calidades pictóricas y transparencias. En esta superficie de cera pigmentada es en la que “embeberé” la imagen fotográfi ca mediante un proceso físico y no químico, similar al de grabado. La imagen resultante puede funcionar como una obra final, más fotográfi ca que pictórica. Si decido seguir adelante, intervendré con técnicas pictóricas y calor, deformando y transformando la idea inicial.
¿Se ha planteado alguna vez vivir de la pintura o eso es para unos -muy pocos- elegidos?
Hoy por hoy no me he planteado vivir de la pintura, aunque vivo la pintura. Al finalizar la carrera sí me hubiera gustado, pero preparé la oposición y tuve la suerte de aprobar en la especialidad de dibujo, que dentro de lo que cabe está ligada a mis estudios y conocimientos universitarios y eso ha hecho que tenga una estabilidad económica y emocional que muy difícilmente hubiera podido tener únicamente como pintor.