El refrán que dice: “los deportes ayudan a mantenerse en los 40 durante 20 años o a quedarse en los 50 durante 30 años”, es cierto. Cuidarse no es egoísta sino altruista, vino a decir recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) al recordarnos que “cada movimiento cuenta para mejorar la salud” en esta Década del Envejecimiento Saludable 2020-2030. El objetivo es reducir la inactividad física un 10% para 2025 y un 15% para 2030. Principalmente, creando sociedades activas, impulsando entornos que promuevan y salvaguarden los derechos de todas las personas y edades. Las nuevas directrices de este organismo recomiendan realizar una actividad física aeróbica de entre 150 y 300 minutos de intensidad moderada por semana para todos los adultos, “incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad”.
Antes de que la pandemia nos obligara a confinarnos, las encuestas apuntaban a un esperanzador incremento en los hábitos deportivos de la gente mayor. En tan solo 5 años se había doblado la cantidad de personas mayores de 65 que salían una vez por semana a hacer deporte. El informe de salud en España (EESE) del año 2020 (julio 2019 a julio 2020) reflejaba la percepción que las personas tienen de su propia salud, tanto física como psicológica. En el contexto de la pandemia el porcentaje de personas con una valoración positiva de su estado de salud (muy bueno o bueno) aumentó respecto al periodo previo a la pandemia (78,3% frente a 74,3%). En todos los grupos de edad, incluido el de 65 a 85 y más años, el porcentaje de valoración positiva del estado de salud fue superior en los hombres que en las mujeres
Entre las motivaciones que nos han llevado al incremento de la práctica deportiva, la actividad y el ejercicio físico, está la formación. “Hace diez años las personas mayores no tenían tanta información como hoy en día sobre promoción de la salud y hábitos saludables. Ahora ya sabemos lo que es importante para darle vida a los años. Llegamos a los 70, 80 o 90 años con mayor calidad de vida y más predispuestos a seguir activos e interactuar con los demás” explica David Rodríguez, director del Programa Formativo Especial para personas mayores “Peritia et Doctrina” de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria “Dado que ha aumentado la longevidad queremos aumentar la longevidad saludable y una de las mejores maneras que existen es el ejercicio físico, pero no la única. En el año 2008 la Universidad de Cambridge publicó que el ejercicio moderado, cuatro raciones de fruta, dos vasos de vino al día y no fumar aumenta la vida catorce años”, aporta el doctor José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia.
Sin embargo, la pérdida de hábitos saludables acelera la predisposición a perder capacidades y llegar a la discapacidad o fragilidad, por lo tanto, tenemos que aprender a envejecer para entender que “biológicamente el cuerpo tiene muchas capacidades de resiliencia y de recomponerse a una edad determinada, que es hasta los 25-30 años. A partir de ahí nos tenemos que cuida aconseja para intentar a través del ejercicio físico y el deporte favorecer prácticas saludables que van a ejercer calidad de vida en el futuro: “la genética predispone y el ambiente dispone” recuerda.
EVITAR EL SEDENTARISMO: DEPORTE SEGÚN LA EDAD
Llevar una vida sedentaria a partir de los 50 años aumenta significativamente el riesgo de desarrollar fragilidad en la vejez. Pese a que el sedentarismo en el tiempo libre entre las personas de 65 y más años ha disminuido del 51,7% en 2012 al 46,6% en 2020, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) aseguran que en unas condiciones normales el 70% de la población llegará a un envejecimiento saludable hasta los 70-80 años.“
En cualquier franja de edad es aconsejable realizar alguna actividad o deporte. Siempre pensando en mantener en lo posible la autonomía e independencia. “Hasta los 70 años cualquier desarrollo de la actividad tiene que ir basado en mantener la fuerza neuromuscular unido a un trabajo cardiovascular donde se favorezca sobre todo el mantenimiento de las estructuras corporales y la actividad cognitiva”. A partir de los 80-90 años, aconseja Rodríguez Ruiz, “se centra más en las actividades de nivel cognitivo y coordinación con movimientos más simples” basados en una estabilidad articular conseguida años anteriores.
Caminar o ir en bicicleta son algunas de las actividades aeróbicas más accesibles. Este tipo de ejercicio mejora la función cardiovascular, disminuye la frecuencia cardiaca basal, la tensión arterial y contribuye al descenso de las cifras sanguíneas de glucosa y colesterol. Desde la SEGG se recomienda la práctica de esta actividad “al menos cinco veces por semana con una duración de entre veinte y sesenta minutos por sesión” y a cualquier edad a partir de los 65 años. Sin embargo las mujeres tienen mayor interés por actividades como las denominadas gimnasias orientales (taichi, yoga…) y aquellas apoyadas con música como los bailes de salón o danza.
Actividades en el medio acuático como natación para mayores o gimnasia en el agua son cada vez más demandadas por las personas mayores, sobre todo por las mujeres, donde no hay una orientación competitiva. La pandemia ha modificado algunos de los hábitos deportivos de la población más mayor. Nunca antes nos habíamos cuidado tanto. “El secreto no sólo está en los genes, sino también en la actitud y el modo de vida. Es factible mejorar la calidad de vida en el envejecimiento. Las mujeres son un buen ejemplo porque llegan a vivir de media hasta 14 años más de vida que los hombres” afirma el doctor Viña al aconsejar que “el ejercicio es el mejor medicamento para retrasar la fragilidad” ahora que se habla tanto de reforzar nuestro sistema inmunitario.
