


Hay hermanos de sangre y de espíritu. El segundo caso es el de los pintores José Guerrero y Esteban Vicente. Les hermana haber sido los dos únicos artistas españoles que practicaron el expresionismo abstracto, haber residido en París y Estados Unidos, la preocupación por el color. La exposición “Guerrero/Vicente” presenta sus trayectorias paralelas desde sus principios figurativos y la atracción de ambos por Matisse y el cubismo, en un diálogo lleno de sugerencias. (Museo Esteban Vicente de Segovia, hasta el 2 de junio. Luego, en el de Bellas Artes de Oviedo y en el Centro José Guerrero de Granada).
Hermanos de sangre fueron los Machado. Cuando se cumplen 80 años de la muerte de Antonio, ambos vuelven a reunirse en su Sevilla natal, en una muestra que exhibe por primera vez el legado de sus manuscritos originales. Una inmersión en su mundo creativo que hace justicia a dos hermanos más cercanos de lo que suele decirse vital y literariamente. Superando, por fin, la entronización unilateral y excluyente de Antonio o la broma borgiana: “Ah, pero ¿Manuel Machado tenía un hermano?”. (Fundación Unicaja, hasta el 24 de mayo).
Icono del surrealismo y del dadaísmo, Man Ray no se limitó a la fotografía, aunque sea lo más conocido de su actividad. La exposición “Man Ray. Objetos de ensueño” recoge una muestra de sus peculiares objetos oníricos o imposibles, que conseguía transformando materiales cotidianos y ordinarios. Pero, sobre todo, una amplia selección de sus fotografías creativas, creatividad que comenzaba en la misma técnica empleada, como en el caso de las rayografías (fotografías sin cámara) o la técnica de la solarización. Además, desnudos, retratos de amigos como Picasso, Cocteau, Breton o el retrato post mortem de Proust. (Fundación Canal, Madrid, hasta el 21 de abril).
Berenice Abbott fue discípula de Man Ray y también retrató a intelectuales de su entorno, pero su intención fue realista y documental. Así, en “Berenice Abbott. Retratos de la modernidad” predominan los paisajes urbanos de una Nueva York en eclosión, sus tipos humanos y, alejándose ya del realismo, el mundo de la ciencia y sus fenómenos (como los campos magnéticos o el movimiento del péndulo), que escapan al ojo humano. (Fundación Mapfre, Barcelona, hasta el 19 de mayo).
Vanguardia y revolución son conceptos relacionados que se retroalimentan. Las primeras décadas del siglo XX asistieron a la eclosión de ambas, especialmente en Rusia. Allí, en esos años, una sucesión de movimientos artísticos (neoprimitivismo, cubofuturismo, rayonismo, suprematismo, constructivismo…) rompieron moldes y convenciones en una experimentación permanente en la que las mujeres tuvieron un papel destacado. “De Chagall a Malévich. El arte en revolución” da cuenta de todo ello. (Fundación Mapfre, Madrid, hasta el 5 de mayo).
Bien conocida su obra principal, la muestra “Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato” nos acerca a la faceta más íntima y no por ello menos artística de su trabajo. Son los cuadros de pequeño formato en los que predomina la impresión, el capricho personal, ensayos de futuras obras, bocetos, una pintura arriesgada que no busca agradar y va de lo cotidiano al paisajismo. Un Sorolla pequeño pero no menor. Es “la mirada del pintor hacia su pintura”. (Museo Sorolla de Madrid, hasta el 29 de septiembre).